Frente a la ventana de mi cuarto,
observo con excepcional placidez
cada retoño luminoso en el firmamento,
como inconcebible acontecimiento novedoso
que sin interpretación miran mis ojos.
Sorprendida por la calidez cósmica
de la nebulosa centelleante
que ante mis lentas pupilas,
alcanzar a visualizar
aquella perfección incógnita;
se convirtió en un bien soñado
para mis débiles manos,
que desean aferrarse al intenso mundo celeste
Con el sutil apretón al cerrase.
PSICÓLOGA DE CORAZÓN
ÁNGELA GOMAR
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